lunes, 15 de octubre de 2012

Reflexiones sobre la ciudad


Reflexiones sobre la ciudad.
               
 "Pensé en un laberinto, en un sinuoso laberinto creciente que abarcaba el pasado y el porvenir y que implicara de algún modo los astros..."
Jorge Luis Borges.

La ciudad es la expresión material de nuestra evolución, de nuestros ideales y valores, de lo cotidiano, de nuestra historia y de la capacidad de proyectar hacia el futuro, de la forma en que nos relacionamos con los otros y con nosotros mismos. La ciudad es el residuo físico de las  ideas y sueños que rigen a sus habitantes, de su capacidad  inventiva.
           
 La ciudad es como es, porque somos lo que somos. El ser humano está lleno de extensiones artificiales de su cuerpo, la ciudad es una de ellas. Es residuo y es material para nuevas conexiones, barreras, caminos, nodos, lugares, no lugares, sectores, bloques, hitos, símbolos, vacíos, encuentros y olvidos, es un laberinto-rizoma, en el que todas las calles pueden estar conectadas entre sí y es potencialmente infinito porque cada calle puede conectarse con cualquier otra y no tiene centro ni periferia.
            
La ciudad es sectorial como nuestro pensamiento, clasifica, divide, conecta más no une los conceptos. Nos vemos conectados a los demás, mas no unidos, no existe una sensibilidad de unidad hacia los otros ni hacia las cosas. Buscamos aislarnos, protegernos de quien sabe que cosas, escuchar música a todo volumen con audífonos que nos aíslan todavía más de todo. Somos una sociedad de sordos y de gente que hacemos como que vemos, pero no vemos. El automóvil al igual que los audífonos, es una capsula urbana, protege de los estragos de la contaminación, del posible contagio de la miseria y la pobreza se mira desde una distancia segura.
               
 "Antes las distancias eran mayores porque el espacio se mide por el tiempo".
Jorge Luis Borges.
          
La ciudad contemporánea está conquistada por el tiempo. La concepción tiempo espacio ya no se encuentran ligadas. El espacio se mide en tiempo, esa es una de las mutaciones más importantes en nuestras ciudades. El tiempo es líquido, siempre en movimiento, sin bases sólidas ni restricciones de ningún tipo, todo está permitido, se condena la censura y la expresión violenta de cualquier idea. Zygmunt Bauman llama a nuestra época "Modernidad Liquida", por la metáfora entre nuestras sociedades y el comportamiento físico de los líquidos:
               
 "En lenguaje simple, todas estas características de los fluidos implican que los líquidos, a diferencia de los sólidos, no conservan fácilmente su forma. Los fluidos, por así decirlo, no se fijan al espacio ni se atan al tiempo. En tanto los sólidos tienen una clara dimensión espacial pero neutralizan el impacto –y disminuyen la significación– del tiempo (resisten efectivamente su flujo o lo vuelven irrelevante), los fluidos no conservan una forma durante mucho tiempo y están constantemente dispuestos (y proclives) a cambiarla; por consiguiente, para ellos lo que cuenta es el flujo del tiempo más que el espacio que puedan ocupar: ese espacio que, después de todo, sólo llenan “por un momento”. En cierto sentido, los sólidos cancelan el tiempo; para los líquidos, por el contrario, lo que importa es el tiempo. En la descripción de los sólidos, es posible ignorar completamente el tiempo; en la descripción de los fluidos, se cometería un error grave si el tiempo se dejara de lado".
          
 Así como la sociedad, nuestras ciudades también son liquidas. Derretidas por el tiempo, por la tecnología que nos permite movernos a altas velocidades y nos desligan del espacio. Las ciudades son difusas, dispersas, segregadas y sectoriales. El crecimiento de las ciudades no está medido por la felicidades de sus habitantes, si no por factores económicos y materiales. Se podría decir que el crecimiento de muchas ciudades es como si a un niño sólo se le desarrollara una mano, que creciera sin medida, totalmente desproporcionada a su cuerpo, robando todos los nutrientes para su crecimiento y matando poco a poco al pequeño.
         
La ciudad es un escaparate de consumo, llena de espectaculares comerciales, luces y sonidos estridentes, hipersaturación de información y de los sentidos. Es un almacén donde cualquier necesidad, cualquier deseo puede ser cumplido, hay un gran menú, seducción a la carta. La hipersaturación lleva a la desubstancialización de las personas.
   
 "Cuando el significado deja paso a los juegos del significante, y el propio discurso a la emoción directa, cuando las referencias exteriores caen, el narcisismo ya no encuentra obstáculos y puede realizarse en toda su radicalidad."
La era del vacío. Gilles Lipovetsky.

 La ciudad posmoderna, narcisista, es una ciudad personalizada, creada a la medida de cada uno de sus habitantes, lo generalizado no es aceptado. Se lucha por la individualidad, el concepto de libertad está por encima de todo, incluso por encima de la igualdad.
           
 Esta búsqueda de individualización desvanece a la ciudadanía. Los ciudadanos desaparecen y se convierten en individuos, individuos libres, que pueden cumplir sus deseos sin importar el impacto que esto pueda tener hacia los demás. Existe una creciente indiferencia, indiferencia por exceso, no por defecto, por hipersolicitación, no por privatización.
          
Esta indiferencia nacida en el narcisismo del individuo, en la hipermanutención personal, dificulta la participación social en muchos sentidos. La participación política y pública es cada vez menor, muchos espacios públicos van perdiendo su identidad y se trasladan a centros privados o centros comerciales. La preocupación y ocupación hacia los otros es casi nula, estamos muy ocupados con nuestra superación personal como para voltear hacia otro lado. El espacio público en las ciudades, es un espacio social, que busca el intercambio y la relación de información entre las personas. El espacio público pierde fuerza ante la antisocialización de sus habitantes, se privatizan parques naturales, vías y caminos, los centros de las ciudades se mudan a centros comerciales y conjuntos privados de vivienda. El espacio público se vuelve foco de delincuencia, ya que el poder del espacio público no existe por sí solo, necesita del ente social.
        
Por lo menos podemos estar tranquilos de que las visiones de sociedad de Huxley y Orwell lleguen a ser concretadas. Una sociedad controlada por la fuerza y la censura es contradictoria a la forma de control social actual. Un control  por medio del dinero, el consumo, la flexibilidad de valores, el narcisismo y el  consentimiento de cualquier comportamiento, mediante la libertad y la tolerancia. No existen instituciones sólidas de donde se puedan sostener las personas, se encuentran solos, vacíos.

La crisis de las sociedades y ciudades modernas es ante todo cultural y espiritual.

Gabriel Gómez Álvarez.

lunes, 3 de septiembre de 2012


Se le cayeron los ojos mientras leía sentada en la banca de un parque, simplemente se desplomaron de las cavidades de su rostro y entonces sentí que no tenía otro remedio más que amarla. Me acerque, junté sus ojos del suelo, les sacudí un poco el polvo y los puse en sus manos.

Ella no volvió a ver nunca más, los doctores no pudieron diagnosticar cual fue la causa de la repentina perdida de sus ojos, pero desde ese día yo soy sus ojos y ella es mi piel. Cuando puse sus ojos en sus manos le dije al oído- No tengo otro remedio más que amarte. Tomó mi mano torpemente, con cariño me dio las gracias y pidió que la llevara a su casa.

Esa misma noche hicimos el amor por primera vez. Al llegar a su casa lo primero que noté es que no había nada colgado en las paredes y un olor que no pude descifrar, pero me provocaba un tipo de cosquillas en la palma de las manos. Fuimos directo a su habitación, un cuarto de paredes altas y un colchón con sabanas blancas posado en el suelo. La ventana daba a la fachada de otro edificio, donde en una de sus ventanas se asomaba peligrosamente un niño tratando de agarrar un pequeño pájaro  que se refugiaba en el marco de su ventana. Cuando volví la vista a la habitación, yacía desnuda sobre la cama, formando una X con su cuerpo y dulcemente me dio las gracias por llevarla a su casa.

Si no fuera por la evidente falta de ojos en su rostro, uno no pensaría que es ciega. Se mueve con naturalidad y gracia, casi nunca tropieza o se golpea con muebles o paredes, baila como el mar, y cuando hacemos el amor lee mis besos y movimientos incluso antes de realizarlos. Cuando vamos al parque, nos sentamos en la misma banca donde nos conocimos y le describo lo que veo, le invento historias de los personajes que veo pasar, algunos los veo con regularidad, por lo que sus historias llevan una continuidad tele novelesca.

Por lo regular ella habla muy poco, dice que las palabras en realidad son solo imágenes, y al perder la vista, en cierto sentido perdió también la capacidad de las palabras. Ella afirma que las cosas más importantes no se expresan con palabras o imágenes, solo se pueden sentir.  Así que durante horas ella escucha su música, sentada en la sala, casi sin respirar y cuando me acerco y la beso, ella tiembla.

Sin embargo, aunque las imágenes son un tanto superficiales, ella las disfruta y las goza de sobre manera en sus sueños. Sueña con paisajes de colores, puede ver toda la gama de un cielo con matices dorados, arboles esmaltados de purpura y lagos de cristales que quiebran la luz hasta sus ojos. Cuando ella sueña, también me ve, ve a la interpretación que hace su inconsciente sobre mi cuerpo y mi rostro. A veces siento celos de aquel que le hace el amor en sueños usando mi nombre.

He pasado los momentos más felices de mi vida junto a mi mujer sin ojos. Todavía guardo sus ojos en un frasquito con alcohol escondido en el closet., les hablo y les doy las gracias por renunciar, ya que de otra manera nunca la hubiera conocido ni amado. Creo que si ella muere antes que yo, mis ojos también renunciaran para poder sentirla siempre.

Anoche ella me pidió que le besara las rodillas, yo no pude contener el llanto.



Gabriel Gómez Álvarez

miércoles, 11 de julio de 2012


En esta ciudad que llora cielo,
pensamos que las aves seguirán cantando con el pico lleno de sangre.
Acarreando la muerte
de los árboles a nuestras bocas siempre ajenas.

Fuentes de concreto
llaman a morir a los niños
que también somos nosotros mismos.

Aquí,
la putrefacción se pega en la piel como néctar,
luz y polvo
ciudad de intentos fallidos.

Esta noche,
la luna se ve mejor sobre un reflejo
que sobre el cielo,
y tropiezo siempre
con el cuerpo fértil del pasado,
ceniza blanda,
escalera incompleta...


nuestra humanidad.

Gabriel Gómez Álvarez.

jueves, 2 de junio de 2011

Sin palabras...

Qué más puedo escribir si te cubrí con todas mis letras para volverme a enamorar de ti...

miércoles, 4 de mayo de 2011

Aguanta corazón


aguanta

como dice la canción

no perdamos sensatez en estos momentos

no dejemos que las circunstancias nos dominen

que el tiempo es corto y lo que toca es disfrutar

dejemos que el viento sople a su manera

ya será el día que el mundo gire a tu favor nuevamente

llegará otra mariposa para posarse en tu hombro

tal vez temporal

como ahora

tal vez permanente

hay más cosas por las que disfrutar

la lluvia impredecible por ejemplo

el sol que sale cuando menos te lo esperas

ese frío que te hiela y te hace querer cobijar a las dos de la tarde

el viento que te levanta la falda y te congela las nalgas


no te ahogues


viernes, 4 de febrero de 2011

martes, 18 de enero de 2011

Siembras futuras

En la luz de la tarde
el invento del día se hace sombra,
la conversación decae
con inicios de tocar tu cuerpo,
por amor a tu tacto de siembras futuras
que mueren en invierno
cuando arden.

Amo tus cenizas más que al fuego,
con la lluvia tardía que te disuelve;
y eres fértil,
mis manos en la tierra te acarician.
Amo tus cenizas porque vuelas
y eres indeseada en la casa de mi sexo
y eres necesaria por la ventana
a solas
donde el encuentro hace sudar las piedras,
magnolia hecha de labios
volvámonos a la pequeña muerte.
Volvámonos mariposas
y el calor nos hará orgasmos alados.



Miguel León-Govea
noviembre, 2011